Hallados en un acantilado asturiano restos del primer ferrocarril de España
Un grupo de investigadores de la empresa minera Hunosa ha hallado incrustado en un acantilado de la localidad asturiana de Arnao los restos del que consideran el primer ferrocarril de España, que se cree que funcionó a mediados de la década de los años 30 del siglo XIX para transporte minero.
Los restos de este primer ferrocarril que, según sus estimaciones, formaría parte de un tendido utilizado por la Real Compañía Asturiana de Minas, se encuentran en el acantilado a varios metros sobre el nivel del mar.
El hallazgo supone un cambio en la historia del ferrocarril en España dado que hasta ahora se consideraba que los trazados más antiguos eran los que funcionaron entre La Habana y Güines, en Cuba, en 1837 y entre Barcelona y Mataró, en 1848.
Se trata de un trabajo de los investigadores de Sadim Ingeniería, filial de Hunosa y que gestiona el Museo de la Mina de Arnao, la primera explotación española con galerías submarinas, situada en un acantilado de la playa del mismo nombre.
El «camino de hierro» de Arnao responde a una patente desarrollada por John Birkinshaw en Inglaterra en 1820 y constituye un modelo único en España. Una pieza que, según todos los responsables del hallazgo, «tiene un valor histórico excepcional», por lo que se mostraron dispuestos a iniciar un proyecto arqueológico que permita rescatar el resto de trazado que penetra en el acantilado. Consideran los investigadores, a la luz de la documentación recopilada, que los raíles fueron instalados a mediados de los años treinta del siglo XIX por la Real Compañía Asturiana de Minas.
El director del Museo, Iván Muñiz, ha precisado que las fuentes escritas hablan de la presencia de «caminos de hierro» en Arnao entre los años 1833 y 1836 «y todo indica que en el ferrocarril no se utilizaron locomotoras y la tracción era animal, igual que en los primeros viajes de la línea Barcelona-Mataró».
El hallazgo tuvo lugar en los acantilados situados en las inmediaciones de la mina de Arnao, a unos diez metros sobre el nivel del mar, siguiendo una primera pista aportada por un vecino, José Luis Badallo, que identificó el carril.