Vivir en un tren

Vivir en un tren_01Cuando Miguel Pedrera se independizó, se instaló en un tren. Una vivienda sostenible de unos 30 metros cuadrados construida en el interior de un antiguo vagón de mercancías. “Mis padres pensaron que estaba loco, pero yo siempre había querido vivir en el campo, y cuando se me presentó esta oportunidad cogí el tren”, bromea. Se trata de un vagón rojo colocado sobre unos raíles. En el interior, el techo redondeado hace que la estancia recuerde a un carromato circense. A un lado, una cama de matrimonio, un pequeño sofá y una estufa de leña; al otro, la cocina y el baño. Una de las puertas correderas originales ha sido sustituida por otra de cristal que hace que la estancia sea muy luminosa y que permite disfrutar, a lo lejos, de las vistas a la sierra. El agua y la luz provienen de una vivienda situada a pocos metros.

Vivir en un tren_02El coche en el que vivió Pedrera fue el primero que reparó Miguel Huidobro, fundador de Wagonstill, empresa dedicada a la restauración y venta de antiguos vagones. Diplomado en Turismo, cuando terminó la carrera tenía la ilusión de construir un alojamiento rural y alguien le dio la idea de utilizar viejos trenes en el proyecto. Colocó el vagón en la finca en la que sigue aún hoy y comenzó su restauración. Huidobro compra en subasta vagones de Renfe, de particulares o en el extranjero, los restaura en dos o tres meses y los vende por unos 40.000 euros.

Ha vendido 16 vagones desde 2007 destinados a proyectos tan dispares como casas para invitados, estudios de grabación, spa o alojamientos turísticos. Son viviendas sostenibles porque, según explica, no afectan al terreno. “Además, se ahorra energía al reutilizar materiales y todos los que añadimos son ecológicos”.

También al norte de Madrid, en Hoyo de Manzanares, Benito Celestino tuvo la idea de restaurar viejos ferrocarriles para darles una segunda vida. En este caso, como restaurante, El Vagón de Beni. Sus dos coches tienen capacidad para 56 comensales, pero además Celestino construyó una cubierta bajo la que pueden comer hasta 60 personas más y que da al conjunto el aspecto de una pequeña estación de tren. “Hemos respetado la configuración original para que sean como los auténticos coches restaurante”, cuenta con orgullo. “Somos la atracción del pueblo”.

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Fuente: elpaissemanal