El tren fantasma de África

El tren fantasma de Africa_02Un tren fantasma recorre África. Conecta Mombasa con Nairobi y Kampala y pretende llegar también hasta Juba y Kigali. Nadie lo ha visto todavía, pero todo el mundo habla de él. Dicen que, incluso llegará más al sur, hasta Bujumbura, y más al oeste, hasta Kishangani, en la parte alta del río Congo. Lo llaman el tren del corredor del norte, una vía que ha de transformar la economía de África Oriental.

El nuevo ferrocarril está en construcción. China ha puesto el dinero y la ingeniería. También aspira a explotar la línea cuando esté finalizada. El plazo es el 2018 y parece casi imposible que llegue a tiempo. Son 3.600 kilómetros y las obras arrancaron en serio en octubre de 2014, aunque ya se trabaja en jornadas de doble turno siete días a la semana.

El tren fantasma de Africa_01China construye carreteras y centrales de energía, explota minas y levanta puentes, concede créditos y refuerza lazos comerciales. China es el primer país de la historia que exporta capital, mano de obra, bienes de consumo y maquinaria. El futuro de África descansa sobre sus hombros, en una relación de aparente beneficio mutuo que ha de marcar el siglo XXI.

La nueva línea es necesaria. Nairobi y, más aún Kampala, se lo juegan casi todo en una carretera de un carril por dirección, la que sale de Mombasa, la que todo lo mueve, la que gestiona la vida, especialmente la económica, pero también la política, en Kenia y Uganda.

El tren fantasma de Africa_04La carretera ya no es suficiente. Los camiones la saturan, el asfalto no resiste, demasiada gente muere en atropellos y colisiones, los arcenes, allí donde existen, donde no se diluyen en la sabana, están ocupados por mercadillos: todo lo que el conductor y sus pasajeros pueden necesitar desde aquí a su destino, agua y fruta cortada, cebollas, patatas y tomates.

El nuevo ferrocarril también es un símbolo. Discurre paralelo a la vieja línea colonial, el tren de Uganda que los británicos construyeron hace cien años, orgullo del imperio que todavía funciona. Convoyes de mercancías sobre raíles centenarios, sin apenas mantenimiento, máquinas diésel y contenedores de 20 pies cruzan la sabana y salvan el valle del Rift. Son trenes que atraviesan barrios muy pobres, las chabolas enganchadas a la vía, la vía aprovechada como estercolero, las cabras contentas, en peligro los niños que por allí juegan y buscan lo que todavía puede tener un uso.

Las continuas averías impiden marcar un horario, mantener un ritmo, anticipar la llegada. El tren es tan viejo como la Europa a la que representa, el Reino Unido del colonialismo, la explotación y la esclavitud. China es lo nuevo, la promesa, el futuro.

El tren fantasma de Africa_03China no siente compasión por África. Apenas envía médicos y maestros. No condiciona sus inversiones a la mejora de los indicadores sociales, económicos y democráticos. Libertades y derechos humanos son asuntos que prefiere no tocar. Las oligarquías locales, cansadas de las exigencias occidentales, se lo agradecen. El África subsahariana es, mientras tanto, la única región del mundo que sigue empobreciéndose.

Los cooperantes, expertos en desarrollo, salud, economía, educación y medioambiente, los técnicos occidentales comprometidos con el progreso africano, recelan de las inversiones chinas, dicen que son pan para hoy y hambre para mañana, neocolonialismo extractivo, la población olvidada, su bienestar hipotecado por deudas financieras que sus gobiernos nunca podrán saldar.

Fuente: lavanguardia.com