Renfe y Adif trasvasan al jefe financiero en su primera prueba piloto para la fusión

Es el primer fichaje de Juan Bravo al frente de Adif, pero en realidad supone un paso crucial de cara al proceso de integración funcional que el nuevo ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, quiere poner en marcha dentro del mercado ferroviario español. El administrador de la infraestructura ha incorporado a su cúpula directiva al responsable económico-financiero que hasta ahora venía haciendo este papel en Renfe. Manuel Fresno llevaba cinco años trabajando para la operadora que ahora preside Juan Alfaro y sabe mejor que nadie dónde y cómo tiene que apretar las clavijas para asegurar una estructura sostenida de balance en Adif.

La empresa estatal encargada de administrar la infraestructura ferroviaria es el primer inversor industrial de España, pero está acuciada por una deuda financiera de casi 16.000 millones de euros que trae por el camino de la amargura al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. El máximo responsable de la consolidación fiscal no puede permitir ni media fisura en las cuentas de Adif, porque ello daría lugar a un problema de mayor cuantía con Bruselas si las autoridades comunitarias desconfían de la capacidad de la empresa para generar más del 50% de sus ingresos por cauces eminentemente comerciales.

La salvaguarda de Adif para cumplir este requisito depende directamente de Renfe, que a fin de cuentas es el único operador que transita por la vía férrea y, por tanto, el cliente distinguido, por exclusivo, que permite al Estado español dejar el pasivo de la sociedad gestora fuera de la contabilidad establecida en el sistema europeo de cuentas. En definitiva, la deuda de Adif está a buen recaudo gracias a los pagos que cada año efectúa Renfe a través del célebre canon de uso, que en los últimos años ha experimentado un fuerte incremento pasando de los 350 millones de 2012 a un total aproximado de 600 millones al cierre de 2016.

La voracidad forzada de Adif, con vistas a materializar los compromisos de inversión en la red ferroviaria, y el afán de Renfe por asegurar objetivos de rentabilidad en su cuenta de resultados han provocado un serio conflicto de intereses entre dos empresas hermanas, pero cada vez peor avenidas. La compañía operadora ha llegado a reducir frecuencias de servicios que no garantizaban ingresos recurrentes para recortar el pago de peajes a Adif. Una práctica que se hizo habitual en la anterior etapa de Renfe y que el Gobierno trata de erradicar, para no provocar tensiones sociales en distintas localidades españolas donde el ferrocarril es un elemento esencial de actividad económica y un factor básico de vertebración política.

El nuevo ministro de Fomento ha querido zanjar las discrepancias y, antes de que cualquiera de las dos empresas pudiera ahondar en sus respectivas sensibilidades, ha encargado a sus colaboradores de Adif y Renfe que estudien las opciones de una integración operativa a partir de la creación de un flamante ‘holding’ ferroviario, que actuaría como sociedad matriz de ambas.

Fuente: elconfidencial.com