Los uniformes y el tren
Los vemos todos los días, los reconocemos, nos permiten identificar a quien los lleva, pero apenas reparamos en ellos. Y no es mala señal, porque entre los valores que tiene que transmitir un uniforme está el compromiso, la proximidad, la imagen corporativa, pero también la sobriedad y la discreción.
Sin embargo, “vestir” a una empresa no es tarea fácil. Además de comunicar ese tipo de mensajes, el diseñador debe pensar en la comodidad de quien lo lleva; en que se distingan las diferentes tareas, pero manteniendo un hilo conductor; en la rapidez con la que evoluciona la moda; en el clima y las variaciones de temporada; en su adecuación a las normas laborales y de prevención…
El diseñador tiene que proveer chaquetas, chalecos, pantalones, vestidos, calcetines, zapatos, abrigos, prendas de servicio, complementos, bolsos y portadocumentos, corbatas y pañuelos…debe distinguir entre personal de conducción, servicios a bordo, atención al cliente, personal de mantenimiento; debe garantizar la calidad y resistencia de los tejidos, la exactitud y especialidad del tallaje, la capacidad de respuesta ante reposiciones y solicitudes extraordinarias…
Una tarea compleja a la que no han hecho ascos profesionales de primer nivel, como el recientemente fallecido Jesús del Pozo, creador de los uniformes de Largo Recorrido a principios de los 90. Con el tiempo, los hoy cotidianos uniformes se convierten en piezas de museo y en objeto de los deseos de los coleccionistas.
Fuente: renfe.com