Los cinco viajes en trenes a vapor más románticos de Europa

Los amantes de los trenes clásicos no pueden dejar de conocer el placer de viajar por valles, montañas y mesetas de Europa en estos ferrocarriles a vapor

Como dinosaurios que se resisten a dar paso a las nuevas generaciones, en Europa (así como en otras partes de mundo) hay trenes a vapor que otorgan una bienvenida cuota de épica y romanticismo al viaje por praderas y valles.

Algunos son tramos que habían sido desactivados y que volvieron a la vida gracias al turismo y al afán de asociaciones de apasionados de los trenes.

Otros son trayectos regulares que atraen a viajeros de todo el mundo gracias a la imponente presencia de las locomotoras negras,

El Jacobita (Escocia)
Este tren transita por un camino inverso al tradicional: se trata de un ferrocarril nuevo (en términos relativos), inaugurado en 1984 como una estrategia para seducir al turismo en las Highlands escocesas; aunque usa un trazado que había estado activo hasta mediados de los años ’60.

Primero fue conocido como el West Highlander, pero tras la privatización de los ferrocarriles británicos adoptó el nombre de El Jacobita.

Es un trayecto de 67 kilómetros desde Fort William hasta Mallaig, un pueblo costero en la desembocadura del Loch Nevis.

Las locomotoras Ian Riley’s Black arrastran a dos vagones revestidos de madera que habían sido usados en el tren The Cambrian.

Si alguien quiere conocerlo más en detalle puede ver las películas de Harry Potter, con escenas como La piedra filosofal donde el tren a vapor circula a toda máquina por un viaducto.

Setesdal (Noruega)
En el pueblo noruego de Vennesla, cerca de Kristiandsand (en el extremo sur del país) sobrevive un ferrocarril centenario de trocha angosta (1.067 mm de ancho) que comunica a las estaciones de Grovane y Røyknes.

Esta es la línea Setesdal, de los que sobreviven ocho kilómetros de los 78 que tiene el trazado original.

El ferrocarril de Setesdal, como otros de Europa, resucitó tras el cierre gracias al trabajo de personas apasionadas por los trenes a vapor.

Un grupo de fanáticos de los trenes a vapor rehabilitó este tramo dos años después de que la compañía de ferrocarriles noruegos suspendiera el servicio por su inviabilidad económica.

Para impulsar a los vagones de 56 pasajeros se usan cuatro locomotoras a vapor del tipo Class XXI, y todo el trayecto es un viaje en el tiempo, con las estaciones con sus paredes metálicas pintadas de colores vivos intactas a pesar de tener más de 100 años de vida.

La experiencia de la máquina atravesando puentes de hierro, con vistas a un lago cercano, es incomparable.

Tren de Arganda
La historia del ferrocarril noruego se repite al sur de la Comunidad de Madrid. En Arganda del Rey, en los años 90 un grupo de apasionados por el tren recuperó una locomotora a vapor que estaba por ser desguazada, y la pusieron a funcionar en el tramo de La Poveda a la Laguna del Campillo, en Rivas.

Este recorrido formaba parte de la antigua línea del Tajuña, que había sido cancelada en 1997; y hacia 2003, la máquina de vapor volvía a ponerse en marcha.

El viaje tarda poco más de 40 minutos en recorrer los cuatro kilómetros entre las dos estaciones. La de La Poveda también aloja un museo ferroviario que presenta toda clase de recuerdos y herramientas del centenario tren.

Uno de los puntos más destacados es cuando el convoy cruza el río Jarama por un puente de hierro de 175 metros de largo, escenario donde se libró una serie de combates de la Guerra Civil.

En el apeadero de Laguna del Campillo, todos los pasajeros descienden para ver cómo la locomotora realiza una serie de maniobras para colocarse del otro lado del tren, y así poder emprender el camino de regreso.

Tren de Wolsztyn (Polonia)
Durante 110 años los trenes a vapor han circulado a sus anchas por Polonia, aunque cada vez más acorralados por las máquinas diésel y eléctricas en aras de la eficacia económica.

Si hay que buscar una meca de estos viajes románticos sin duda es la ciudad de Wolsztyn, que aloja un importante museo de locomotoras a vapor.

La ciudad de Wolsztyn se considera como la meca de los trenes a vapor en Polonia, sede de un importante museo y desde donde nacen varios trayectos impulsados por viejas locomotoras.

Durante el verano, se realizan viajes desde esta ciudad del oeste de Polonia hacia Leszno y Poznań, los que se consideran como uno de los últimos trayectos regulares de un tren a vapor.

Las máquinas del tipo Pt47-65 y Ol49-69 llevan a uno o dos vagones, pero también es posible reservar un coche de primera clase para realizar excursiones a Swinoujscie, sobre el Mar Báltico, en un viaje que entre la ida y la vuelta implica cuatro días sintiendo la potencia de las locomotoras.

Brockenbahn (Alemania)

Al este de Alemania, en el estado de Sajonia-Anhalt, una red de antiguos trenes conforman la red de ferrocarriles de vía estrecha de las montañas del Harz.

Allí una flota de 25 locomotoras a vapor realizan viajes como el trayecto de Drei Annen Hohne a la estación de Brocken, un recorrido ascendente de 500 metros de desnivel por medio de valles, puentes y arroyos que funciona todo el año, incluso cuando en invierno todo el paisaje está impregnado de nieve.

Allí también se organizan viajes temáticos, como el inspirado en el Fausto de Goethe; o el que lleva a amantes del senderismo y el alpinismo a la base de la montaña de Brocken, de 1.125 metros de altura.

Fuente: cerodosbe.com