Eurostar, al borde de la quiebra por culpa de la pandemia

Eurostar, el tren que une Londres con París y Bruselas por el túnel del Canal de la Mancha, podría ser una de las grandes víctimas industriales de la pandemia. Controlada principalmente por la empresa de ferrocarriles franceses SNCF, Eurostar asegura haber perdido un 95% de sus pasajeros desde marzo y advierte que la situación sólo puede empeorar con las últimas restricciones anunciadas por los gobiernos británico y francés.

La empresa asegura no entender por qué los gobiernos han salido al rescate de las aerolíneas y por ahora sólo han aceptado negociar con ella un préstamo. También dice que no quiere ningún tratamiento privilegiado sino ser tratada como tantas otras empresas que ante el hundimiento de sus ingresos han recibido en los últimos meses fuertes inyecciones financieras.

Los viajes entre Londres, París y Bruselas son cada vez más complicados por las medidas para contener la propagación del virus. Francia pide a sus pasajeros un test previo negativo, seguido de un confinamiento de siete días y otro test negativo al final de ese período de confinamiento. La cuarentena también es obligatoria en el Reino Unido y Bélgica. La empresa, que operaba decenas de trenes cada día antes de la pandemia, se contenta ahora con mover un tren diario hacia París y otro hacia Bruselas. Nunca los llena.

El problema de rescatar a Eurostar es que tanto franceses como británicos –y no digamos ya belgas, porque el tren también llega a Bruselas- cargan la responsabilidad al otro. La empresa depende de los ferrocarriles franceses (un consorcio público) pero tiene su sede en el Reino Unido. Eurostar recuerda al Gobierno británico que “asegurar el futuro de esta conexión con el continente debería ser el símbolo tanto de nuestro deseo de reconstruirnos mejor como de nuestra nueva relación de cooperación con nuestros vecinos europeos”.

París alega que es Londres el responsable del rescate. El Gobierno de Boris Johnson asegura que es la SNCB. El accionariado de Eurostar se divide así: 55% de SNCB, 40% de un consorcio llamado Patina Rail (tres cuartas partes en poder de la Caja de Ahorros y Depósitos de Quebec y una cuarta parte del fondo británico Hermes Infraestructure) y 5% de la SNCB, los ferrocarriles belgas.

Eurostar aseguró en un comunicado “sin financiación adicional del Gobierno (se refiere al británico), hay un riesgo real para nuestra supervivencia porque la situación actual es muy seria”. La patronal británica pide al ministro de Economía Rishi Sunak y al de Transportes Grant Shapps que salven a la empresa, que ya tuvo que renegociar su deuda con los bancos el pasado verano. Para aumentar la inestabilidad su director general, el británico Mike Cooper, dimitió por sorpresa en verano para semanas después asumir el mismo cargo en Arriva, la filial de transportes públicos de la Deutsche Bahn, los ferrocarriles alemanes.

La ferroviaria belga SNCB tiene apenas el 5% de la empresa y no va a mover un dedo si primero no lo hacen Londres y París, pero en Bruselas se ve con preocupación el futuro del servicio y se recuerda que es todo un símbolo de las relaciones entre el Reino Unido y el continente europeo. Según los datos de la empresa, aproximadamente el 80% de los viajes entre París y Londres o entre Bruselas y Londres se hacen en Eurostar.

Fuente: niusdiario.es