Europa quiere recuperar sus trenes nocturnos

Los trenes nocturnos fueron un símbolo europeo durante siglo y medio. Cruzaban todo el continente, como el Orient Express. En España, por ejemplo, empezaron a operar en 1806. En 1890 había unas 40 rutas (de Zaragoza a Madrid se tardaban unas diez horas). El Alhambra unía Barcelona con Granada y el Antonio Machado Barcelona con Cádiz, por ejemplo, y las principales ciudades estaban todas conectadas. Se mantiene el que une Lisboa con Hendaya, en la frontera francesa, pero está operado por Comboios de Portugal. Además, el Modern Orient Express cubre la ruta de noche entre Bucarest y Estambul, pero no es lo mismo.

Los trenes nocturnos llevan décadas desapareciendo. El Orient Express realizó su último viaje a finales de 2009, sepultado por el auge de los vuelos baratos y la alta velocidad. Sin embargo, en algunos países de Europa se están adoptando medidas para recuperarlos.

En Austria, la operadora pública ÖBB está apostando fuerte por este tipo de transporte. El país se encuentra en una situación geográficamente privilegiada, “por lo que puede competir con los principales operadores europeos, pero no con la alta velocidad alemana”, destaca Adrián Fernández, de Greenpeace España. “Sin embargo, hay ciertos nichos de demanda que no quedan suplidos por la alta velocidad y es ahí donde están apostando los austríacos, que a su vez están transformando la concepción del tren nocturno”, añade.

En Francia, a mitad de julio, el presidente de la República anunciaba que quería invertir en el desarrollo de los trenes nocturnos en el país galo, gestionados por la SNCF. “Vamos a remodelar los trenes nocturnos. Porque ahorra dinero y reduce nuestras emisiones de CO2”. Macron apuesta, o al menos eso es lo que dice, por un medio de transporte económico y ecológico.

La futura inversión en trenes nocturnos se encuadra dentro del cuadro político de la transición ecológica y, en principio, tiene como objetivo recuperar la red, abandonada por la SNCF durante más de 30 años.

Otro de los países que mira hacia los nocturnos es Suecia, que prevé instaurar la ruta Malmö-Bruselas a partir de agosto de 2022. También se está estudiando la conexión Estocolmo-Hamburgo.  Junto a Austria, Suiza y los Países Bajos, Suecia forma parte de una coalición informal de países que buscan construir una red transcontinental de trenes nocturnos que puedan ofrecer una alternativa a los vuelos dentro del espacio europeo.

¿Y qué está pasando en España?
En diciembre de 2019, Greta Thunberg escogió el tren-hotel (operado por Renfe y Comboios de Portugal) para viajar desde Lisboa hasta Madrid y asistir a la Cumbre del Clima. Unos meses más tarde, concretamente el 17 de marzo de 2020, y en el escenario de la Covid-19, Renfe suprimía esta ruta, conocida como Lusitania por ser la única conexión ferroviaria que unía Madrid con Lisboa y que empezó a operar en 1995. Hasta el momento de su cancelación transportaba unos 75.000 pasajeros al año y generaba menos de la mitad de emisiones que el automóvil y cuatro veces menos que el avión. Para que se hagan una idea: el vuelo entre Madrid y Barcelona lanza a la atmósfera 115kg de CO2 por pasajero, frente a los cero del AVE.

Renfe también suprimió, cuando se decretó el estado de alarma, las dos líneas que conectaban Madrid y Barcelona con las principales ciudades gallegas (A Coruña, Ourense, Pontevedra o Vigo). Según la operadora pública, en 2019, 248.000 personas usaron el tren-hotel; una cifra que tan solo representa el 0,7% del volumen total de pasajeros de los servicios AVE-Larga Distancia, usados por 33 millones de clientes al año.

En 2013 Renfe suprimió las líneas que unían Madrid y Barcelona con París. “Primero vino el desmantelamiento de los trenes Estrella, en 2005 [servicio ferroviario nocturno de largo recorrido prestado por Renfe en España desde 1985] y ahora se han suprimido los trenes-hotel con la excusa de la pandemia», asegura Fernández, de Greenpeace España. El último tren Estrella circuló hasta 2015, si bien la desaparición de estos servicios fue bastante progresiva. «Es cierto que se trata de viajes largos, en los que hay que compartir espacios [en referencia a la Covid-19] y que generan pérdidas, ya que es un servicio objetivamente caro para Renfe”.

Núria Blázquez es coordinadora de Transportes en Ecologistas en Acción y cree que los trenes nocturnos actuales en España no son una alternativa para viajar, ya que «están muy abandonados: se han hecho las inversiones en AVE y estos trenes se han dejado de lado». El Lusitania, el Madrid-Lisboa que Renfe ha suprimido, tardaba unas 12 horas en hacer el trayecto. “Son trenes muy lentos con un mantenimiento malo, además hay partes no electrificadas en la que hay que tirar de diésel”. Blázquez, además, hace hincapié en un tema importante: el olvido histórico por parte del Gobierno de ciertas regiones y ciudades, como Ávila o Salamanca. Hasta ahora, muchos puntos de la meseta se beneficiaban del tren nocturno y les servía de conexión.

Fuente: lamarea.com