El tren de Michelin

Tren de Michelin_06 en el museoLos creadores de la firma de neumáticos intentaron llevar su producto al ferrocarril y engendraron un automotor con ruedas de caucho que aún funciona en Madagascar como tren turístico.

André Michelin durante uno de sus habituales viajes nocturnos en tren entre París y Cannes se planteó la posibilidad de utilizar un neumático entre la llanta y la vía, lo que eliminaría el continuo golpeteo, suavizaría la suspensión y aumentaría la adherencia.

Tren de Michelin_01El patrón de la firma de caucho cree que su invento es la solución ideal para las líneas de tren secundarias de su país, “que se utilizan poco debido a la baja velocidad de los vehículos y a la falta de flexibilidad de los horarios. Además, para transportar a pocos viajeros, se usa material muy pesado y, en consecuencia, su explotación es muy costosa”. El artilugio, bautizado como ‘La Micheline (que hoy en día sigue siendo sinónimo de ‘automotor’), pesa siete veces menos que el material ferroviario clásico, con el importante ahorro que ello implica.

Como no podía ser de otra forma, el prototipo de 1929 que los hermanos Michelin construyen a partir del Renault 40 CV es un híbrido; ni tren ni automóvil, sino una extraña mezcla de los dos vehículos. Iniciada la construcción en Clermont-Ferrand, al cabo de dos años, el exótico artilugio comienza una amplia gira de promoción por casi toda Europa (Reino Unido, Noruega, Suecia, Bélgica, Holanda, Suiza, Italia, Austria, Hungría, Checoslovaquia y Polonia) y Estados Unidos. Pero sólo consigue interesar a algunas compañías locales tanto en la metrópoli como en algunas de las colonias francesas, que firman con la compañía Michelin pedidos de cierta entidad. De los foráneos, el producto sólo tiene cierto éxito en los Ferrocarriles de Mozambique, aún dependiente de Portugal.

Tren de Michelin_02El primer gran inconveniente al que hubo de enfrentarse era el del reducido peso que podían soportar los mejores neumáticos del momento, cifrado en unos 600/700 kilos, ya que la estrecha superficie de rodadura que ofrecían los carriles ferroviarios impedían el uso de neumáticos más anchos y de más capacidad portante, como los empleados en los camiones y autobuses. Este hecho motivó, por una parte, el desarrollo de vehículos con un gran número de ruedas (existieron Michelines con diez ejes por coche), mientras que, por otra parte, se estudió al máximo el aligeramiento del vehículo.

Tren de Michelin_03Argelia, Congo, Indonesia y Madagascar se interesan por el producto y encargan a Michelin la fabricación de decenas de unidades, mientras que los ferrocarriles europeos reaccionan con indiferencia ante el nuevo artilugio, lo mismo que los americanos. En la Península Ibérica muestran cierto interés el Ferrocarril de Bilbao a Lezama y el de Lutxana a Mungia, pero la Guerra Civil impidió que cuajara el proyecto. La crisis económica, primero, y el conflicto bélico mundial, después, dificultaron la venta del artilugio de la firma de gomas, que sólo cuajó en pequeños ferrocarriles franceses y en algunas de sus colonias africanas.

Los automotores de la firma de caucho fueron evolucionando mientras pasaron los años. En 1936 surgió ‘La Micheline’ de 100 plazas, que además disponía de otros 40 sitios para viajeros de pie y de capacidad para 1.500 kilos de maletas. Movida por un motor de 400 caballos, alcanzaba una velocidad máxima de 135 kilómetros por hora, aunque normalmente circulaba a 120. En 1937 había en Francia 90 unidades de ‘La Micheline’ en servicio y otras 10 en la red colonial. Este centenar de vehículos había recorrido en menos de cuatro años más de 14 millones de kilómetros, y muchos de ellos habían superado ya los 350.000.

Tren de Michelin_04El invento cuajó especialmente en Madagascar, donde los automotores de la firma francesa enlazaban la capital Tananarive con el puerto de Tamatave, un trayecto de 369 kilómetros difícil, con rampas de 25 milésimas y gran número de curvas de radio inferior a los 125 metros. La primera ‘Micheline’, que llegó a la isla en 1932, completó el recorrido en 8 horas y 15 minutos; una sensible mejora frente al mejor tren de vapor que efectuaba el mismo viaje en 14 horas. Todo un logro y una satisfacción para los malgaches.

 La carrocería, construida en aluminio y materiales muy ligeros, le daba un aspecto que se asemejaba más a un autobús. Funcionaban con motores de gasolina Panhard de 105 caballos y permitían viajar sentadas a 18 personas. De reducido peso (unos 6.200 kilos), solamente dos de los ejes del bogie delantero eran motores, mientras que los restantes eran portadores. El resultado de estos automotores debió de ser totalmente satisfactorio para los ferrocarriles malgaches, ya que en 1952 adquirieron tres nuevas unidades, en este caso fabricadas por el constructor francés Carel Fouché. Eran idénticas a las construidas veinte años atrás salvo la motorización, en este caso encomendada a un motor Panhard diesel de 80 CV, y algunos detalles menores.

La falta de repuestos llevó a los ferrocarriles franceses a la definitiva retirada del servicio de sus unidades con neumáticos en 1952, aunque los vehículos malgaches siguieron operativos hasta mucho después. En 1985 dejaron de circular en la isla (numerados como 516 y 517) los últimos automotores de este tipo debido al excesivo desgaste de sus ruedas. Otros dos vehículos supervivientes (514 y 515) habían sido cedidos a particulares, que los mantenían en uso como viviendas.

Tren de Michelin_05La multinacional francesa tuvo que hacer frente en los años 90 a una acuciante demanda: los coleccionistas reclamaban gomas adecuadas para sus valiosos vehículos. La antigua factoría de caucho crea en 1991 un departamento especial dedicado a la producción de cubiertas para este exigente tipo de clientes y, al tiempo, conocedora de la peculiar situación de los automotores malgaches, decide intervenir para recuperarlos. Los moldes originales se conservan en Clermont Ferrand, donde se emprende una producción especial en 1994 para que vuelvan a la vía los vehículos 516 y 517. Michelin patrocina la reconstrucción del coche 514, que descansa actualmente en el museo que la factoría mantiene en la capital de la región de Auvernia, en el centro de Francia (de vez en cuando, lo saca a la vía para una demostración de las peculiaridades de estas unidades). El cuarto vehículo (515) reemprende el servicio junto a sus gemelos. Las viejas ‘Micheline’ continúan todavía hoy haciendo recorridos turísticos en Madagascar.

Fuente: www.elcorreo.com