El «Tren Burra», símbolo de una época

El 30 de abril de 1915, la llegada del ferrocarril cambio la vida y la sociedad de los pueblos existentes en la línea entre Medina de Rioseco (Valladolid) y Palanquinos (Léon), de vía estrecha.

Este medio de transporte simboliza, para lo bueno y para lo malo, un cambio de era. El tren aglutinó lo que fueron las revoluciones de los transportes e industrial, en definitiva, el paso hacia una sociedad diferente a la hasta entonces tradicional. El ferrocarril fue carbón y velocidad, hierro y ladrillo, empresarios y obreros…   El tren dejó de circular el 11 de julio de 1969.

La necesidad de está línea surgió a causa de la gran competencia en la economía básica del cereal, trigo y harina, ya que cada vez se importaban más estos productos del extranjero a precios muy económicos y que con el avance de los transportes llegaban fácilmente al interior de la península. Las industrias harineras del interior mantienen “una pugna” con las del litoral y para abaratar precios se necesita un medio de transporte más rápido y barato. Así, surge para frenar esta problemática y la gran oleada migratoria en busca de mejores condiciones.

Fue el ingeniero Manuel Bellido el responsable del proyecto definitivo de la línea Rioseco–Palanquinos. Pero Juan Cervantes es el ingeniero que definitivamente replanteó el proyecto y quien dio la forma definitiva a los edificios y el trazado.

El presupuesto total para esta línea férrea osciló entre los 9,4 y los 13,1 millones de pesetas y las obras se iniciaron el 5 de febrero de 1913.

Sólo tres años después del inicio de las obras se inauguró el ferrocarril Rioseco-Palanquinos. La inauguración no contó con autoridades de renombre pero los pueblos se volcaron. En concreto, los vecinos acudieron en masa a las estaciones para recibir a los primeros trenes y en algunos municipios se declararon fiestas. En Valderas una calle se llama ’30 de abril’, en honor a la fecha de la inauguración. En Valencia de Don Juan se celebraron verbenas y repartieron bacalao con arroz entre los más necesitados.

Son muchos los vecinos que aún recuerdan la lentitud del tren, por lo que le apodaron «tren burra», que permitía que algunos se bajasen en marcha a cortar racimos de uvas. También, la baja velocidad a la que circulaba permitía que se cargasen mercancías clandestinas. Una labor, la del estraperlo, que se saldó con la muerte de una persona el 1943, al quedarse enganchado a un vagón.

La llegada del ferrocarril permitió que se crearan industrias de tipo familiar, sobre todo de harina, cerámica o ladrillos, alrededor de las estaciones, que se situaron a determinados metros de los pueblos, con la idea de revalorizar los terrenos. Incluso, muchas de estas empresas contaban con apartaderos propios en donde entraban los vagones para cargar los productos.

En posguerra, en el año 35 se incorporaron los automotores, mucho más veloces, y tenían el objetivo de frenar la competencia por carretera. Además, dada la carestía del petróleo ganó por un tiempo la batalla a los camiones como medio de transporte. Pero una vez se normalizó la situación, las dificultades se hicieron cada vez mayores.

En los años 60 la situación se agravó con la gran despoblación en Tierra de Campos ya que se perdieron viajeros y transporte de mercancías. Nada resolvió el rescate de la concesión por parte del Estado, incorporándose la línea FEVE el 16 de marzo de 1965. La conservación de la línea era muy deficiente y no se llevó a cabo la necesaria modernización.

A pesar de las promesas del ‘Plan Tierra de Campos’ para “ampliar la línea, unirla a otra como la del País Vasco, Asturias o incluso hacerla de vía Ancha el ferrocarril dejó de funcionar el 11 de julio de 1969. La puntilla final para unos pueblos que además de perder población, se veían despojados de un importante medio de comunicación.

Pero tras el desmantelamiento de los carriles y años de abandono algunos ayuntamientos comenzaron a prestar atención a las viejas instalaciones.

Existen casos negativos, como Rioseco, que borró casi por completo sus elementos ferroviarios, y otros positivos. Villanueva del Campo emplea las viejas cocheras como almacén y en Barcial de la Loma el edificio de viajeros es ahora la sede de la Asociación Cultural ‘Pozo Bueno’. Por su parte, Valencia de Don Juan ha sabido conservar casi todos sus edificios  Esta localidad puso en marcha en 1993 el primer tramo de vía Verde hasta Valjunco  (dos kilómetros) siendo la pionera de Castilla y León. Dos años después se amplió esta senda de senderismo y cicloturista hasta Castrofuerte (11 kilómetros).

El futuro de estas infraestructuras deben vincularse a la recuperación de los 93 kilómetros como Vía Verde. En Rioseco, la plataforma de vía se conserva perfectamente y se podría enlazar con un recurso tan importante como el Canal de Castilla, que se extiende hasta Palencia y podría conectar con el Camino de Santiago”.

Hoy sabemos que la impronta del ‘Ten Burra’ no fue suficiente para para cambiar el destino de la comarca, pero sí significo una mejora en las comunicaciones  y trajo innovaciones de todo tipo, siendo un elemento inolvidable, perenne en el recuerdo social y símbolo de una época.

Barcial de la Loma
Palanquinos
Fresno de la Vega
Gigosos de los Oteros
Coyanza
Castroverde de Campos

Fuente: lamardecampos.org