La tragedia del Expreso 421 y el revisor fantasma
El 3 de enero de 1944 se produjo en León, uno de los mayores accidentes ferroviarios de la historia. En el interior de un túnel, colisionaron un tren correo, una locomotora en maniobras y un tren de mercancías. Un terrible desastre que se sale de lo normal porque tres días antes un extraño revisor, al que nadie conocía y que ningún testigo pudo ver bien su rostro, anunció la tragedia.
El 2 de enero de 1944 por la tarde-noche, el tren expreso correo 421, una locomotora americana con otra locomotora auxiliar y 12 vagones, salió de Madrid con destino a La Coruña repleto de gente que retornaba a sus hogares tras las fiestas navideñas y muchos militares que regresaban de permiso. No hay número exacto, pero el número se estima entre 800 y 1.000 personas.
Al día siguiente, a mediodía, llegaba a Astorga, León, con dos horas de retraso. Llevaba dos locomotoras porque la principal no bastaba para frenar bien el largo convoy , pero algo no iba bien , y en la estación y durante unos 10 minutos se revisaron las dos locomotoras, la auxiliar tenía una avería, que no la permitía continuar, todo un problema, ya que el correo debía llegar y el retraso ya era notable, así que se desenganchó la locomotora auxiliar y el convoy emprendió la marcha de nuevo con una sola locomotora, a pesar de las advertencias del maquinista titular Julio Fernández.
Pero al bajar el puerto, el tren comenzó a ganar velocidad de manera alarmante. Se saltó la estación de Albares de la Granja, incapaz de frenar, ante el estupor de los que esperaban en el andén y que describieron el tren como “un caballo desbocado”, y el terror de los que estaban dentro de él. Eran las 13:10 y el tren debía para de nuevo en otra estación a 5 km, en Torre del Bierzo, así que el jefe de estación de Albares llamó por teléfono avisando a Torre. El responsable de Torre ordenó poner travesaños para frenar el ten, pero este iba tan rápido que no les dio tiempo y pasó ante ellos directo a la entrada del túnel número 20, donde unos operarios trabajaban con una locomotora tranquilamente, ajenos a lo que se les venía encima.
El convoy y la locomotora chocaron, y los operarios salieron despedidos, pero a pesar de eso, solo había algunos heridos y el expreso 421 había quedado encajonado en el interior del túnel. Tras el pánico inicial, la gente comenzó a reponerse sin saber que lo peor estaba por llegar.
El impacto había dañado las señales que debían avisar del bloqueo de la via, y al ver la vía libre, el tren de mercancías 7742, de 27 vagones, se dirigía hacia el túnel 20 sin saber lo que esperaba en el interior.
El impacto fue brutal, y los vagones llenos de personas del interior del túnel se convirtieron en un infierno de fuego debido al choque y al fuego de las calderas, quemando vivos a los pasajeros y haciendo que las armas de los soldados se disparasen por el fuego en una escena dantesca. Otros testigos también afirmaron que no solo se dispararon por accidente, y es que muchos pasajeros al verse rodeados de llamas prefirieron quitarse la vida..
RENFE admitió 78 muertos y 75 heridos inicialmente, pero el goteo de cuerpos y restos carbonizados era incesante. El régimen franquista trató de maquillar el suceso y solo admitió unos 200 muertos, pero se estima que las victimas fueron entre 600 y 800, de hecho este accidente apareció muchos años en el libro Guiness de los récords como el accidente ferroviario con mayor número de muertos de la historia.
Pero es a partir de este terrible suceso cuando empieza la parte extraña de la historia, y es que 3 días antes, un hecho misterioso del que aún no hay explicación.
Pablo Herrero, un ciudadano muy respetado de la localidad de Astorga, el 9 de Enero fue a la guardia civil y declaró que el 31 de diciembre, 3 días antes de la tragedia, se montó en ese mismo tren en la estación de Valladolid, y allí se subió un extraño revisor con su capote ferroviario y una cesta en la mano, se colocó delante de los pasajeros y les dijo sin más ,que se había producido un accidente muy grave en los túneles de Torre del Bierzo y había muerto mucha gente que se dirigía a Galicia. Tras decir esto, dio media vuelta y se bajó del tren. Nadie lo volvió a ver por el andén, y los responsables de la estación no supieron decir que extraño personaje había anunciado el desastre 3 días antes.
Tras la declaración de varios testigos, que curiosamente no supieron decir que rasgos tenía el extraño revisor, el juez encargado del accidente ordena investigar a varios jefes de estación para identificar al misterioso personaje, pero la búsqueda no da resultado, y queda archivada tras demostrar que no hubo sabotaje, por lo que el “revisor fantasma”, como rápidamente fue apodado, no tuvo nada que ver en el accidente, al menos físicamente.