Belmond Hiram Bingham, rumbo al Machu Picchu en un tren de lujo
Considerado por muchos el mejor tren de Sudamérica, el Belmond Hiram Bingham supone, sin duda alguna, la manera más romántica y cómoda de llegar hasta las mágicas ruinas de la ciudad inca de Machu Picchu, anclada entre cumbres andinas.
Apenas cuatro horas de trayecto que, sin duda, se harán muy cortas, separan el yacimiento de Cuzco y sus edificios coloniales.
El tren lleva el nombre del explorador estadounidense que en 1911 afirmó haber descubierto los restos de la ciudadela inca de Machu Picchu, sin embargo, tal hazaña correspondió al agricultor cuzqueño Agustín Lizárraga y tuvo lugar el 14 de julio de 1902, nueve años antes. Lizárraga murió en 1912 sin reclamar su descubrimiento, algo que sí hizo la Universidad de Yale, que financió la expedición de Bingham junto a la Nacional Geographic Society, apuntándose como propio el hallazgo y expoliando además más de 4.000 piezas que no fueron devueltas hasta el año 2011, un siglo después.
El convoy, con capacidad para 84 pasajeros, cuenta únicamente con cuatro vagones restaurados, de estilo Pullman años 1920, dos habilitados como comedor con 42 asientos, un coche-observatorio y el coche-cocina en el que se preparan las exquisiteces peruanas que se degustarán durante el trayecto.
En Cuzco o Cusco, al que los antiguos pueblos ‘ombligo de la Tierra’, comienza la aventura andina. Sus calles empedradas llevan al viajero varios siglos atrás, cuando el inca Manco Cápac fundó la ciudad que llegó a ser capital sagrada, un lugar de culto y peregrinación, el centro de un poderoso imperio donde se organizaron ejércitos de más de cien mil hombres y se levantaron construcciones que todavía hoy en día asombran por su elegancia y perfección.
Más adelante fue El Dorado de los conquistadores. Sobre los muros incas, los españoles levantaron palacios, iglesias y conventos barrocos. Y en ese mestizaje de Europa y América radica el atractivo y belleza de esta ciudad.
El tren espera a los viajeros en la estación de Poroy, ubicada a 20 minutos por carretera del centro de Cuzco. Una docena de bailarines dan la bienvenida a los pasajeros, mientras las azafatas reparten copas de champán entre los asistentes. Es el preludio de un gran viaje.
Fuente: tendenciashoy.com